La artista Daniela Ortiz sale de España por una campaña de amenazas en las redes sociales

Los directores del Reina Sofía, el MACBA y la Virreina destacan el gran valor de su trabajo artístico, que va a la raíz de la pervivencia de la colonialidad

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Daniela Ortiz trabaja desde la crítica institucional para denunciar el colonialismo y el racismo estructural en España y otras sociedades occidentales.

Àlex Garcia

Daniela Ortiz ha salido de España de forma precipitada, víctima de una campaña de ataques xenófobos y amenazas de ataques físicos a través de las redes sociales y de forma privada. La artista, con obras en el Centro de Arte Reina Sofía y el MACBA, entre otros museos, es una defensora de los derechos humanos, además de una destacada militante del movimiento antiracista y anticolonial en España, país en el que residía desde hace 13 años.

Ortiz (Cuzco, 1985) explica que “mi trabajo artístico se funde con la militancia política, analiza y denuncia los mecanismos por los cuales en España y la Unión Europea se ejerce una violencia legal contra las personas migradas y racializadas”.

“Su trabajo es una crítica institucional que consiste en revelar lo que la sociedad oculta”, sostiene Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía. “No es una voz intempestiva –asegura Valentín Roma, director de La Virreina-. Su trabajo de arqueología del poder es muy reseñable”. “Va a la raíz de la pervivencia del colonialismo –confirma Ferran Barenbilt, director del MACBA-. Nuestro presente está totalmente vinculado al colonialismo que ella denuncia”.

El pasado 17 de junio, Ortiz participó en el programa Espejo Público de Antena 3. La llamaron para que diera su opinión sobre el derribo de los monumentos públicos que exaltan el racismo y el colonialismo. Un alzamiento antiracista había cogido impulso en Estados Unidos al calor del movimiento Black Lives Matter y ahora se propagaba por Europa. Ella defendió que se debería desmontar el monumento a Colón de Barcelona, ciudad en la que vivía, porque es ejemplo de una “simbología racista y colonial, que es necesaria, por otra parte, para mantener el racismo institucional”.Cuando la presentadora, Susanna Griso, dijo que la estatua no la ofendía, Ortiz respondió: “Claro, porque eres blanca y estás de acuerdo con el racismo que se vive hoy”.

No era la primera vez que Ortiz intervenía en Espejo Público. En agosto del año pasado tuvo que defender su obra expuesta en el MACBA dentro de la exposición Territorios indefinidos; perspectivas sobre el legado colonial . Su pieza criticaba, por anacrónico, que el nacionalismo catalán intentara apoderarse de la figura de Cristóbal Colón. Sin embargo, Ciudadanos, como recuerda Banderbilt, “quiso interpretarlo al revés, es decir, que la pieza defendía la catalanidad de Colón, y planteó una pregunta parlamentaria al presidente del Gobierno”. Esta pregunta criticaba a Pedro Sánchez por permitir que el MACBA difundiera “información errónea” sobre Colón.

“Desde las redes sociales que utilizo como plataforma para desarrollar mi discurso artístico –explica Ortiz-, me llovieron insultos y amenazas, a las que lamentablemente ya estoy acostumbrada”.

Esta vez, sin embargo, Ortiz señala que “la campaña de ataques era diferente”. Desde la cuenta Noticias Gobierno Dimisión de Telegram se la acusó de “terrorista yihadista” que “alienta atentados inminentes”. Entre alientos a la policía para que asuma las riendas de España, se difundía, según Ortiz, “información personal y privada imposible de obtener sin acceso a los archivos de determinadas instituciones públicas.”

Instagram suprimió entonces de la cuenta de Ortiz un post que decía “Abajo los monumentos coloniales. Viva la resistencia antiracista”. Ortiz explica que la red, propiedad de Facebook, “me advirtió de que mi cuenta podía ser eliminada por fomentar ‘actividades delictivas’”. “Al mismo tiempo –añade-, recibí un correo electrónico falso a nombre de la Guardia Civil comunicándome una denuncia por ‘amenazas e incitación a la violencia’. Creo que este mensaje, por un lado, fue un intento de intimidación y, por otro, de phishing(estafa online para acceder a datos privados). En otro correo se me amenazaba de forma física diciéndome que Barcelona es pequeña y mi rostro muy reconocible”.

Obra de Daniela Ortiz que consiste en describir el abecederario según la perspectiva del movimiento anti colonial y anti racista

La letra C de la obra El ABC de la Europa racista (2018)

La Virreina Centre de l'Imatge

Ortiz, madre soltera de un niño de tres años, se puso entonces en contacto con la ONG irlandesa Front Line Defenders, dedicada a proteger a los defensores de los derechos humanos. “Dada la fragilidad legal en la que me encontraba -dice-, temía ser víctima de una criminalización política y de una denuncia por terrorismo. En juego estaba la custodia de mi hijo y mi permiso de residencia”.

Podía denunciar, podía callarse y podía salir de España. El artista Marcelo Expósito, que entre 2016 y 2019 fue diputado en las Cortes por En Comú Podem, le recomendó denunciar: “Creí que denunciar el acoso la protegería y serviría para visualizar la agresividad racista. Pero al ver que esta vez los ataques no iban a quedarse en una simple escaramuza le aconsejé que se fuera”.

Fuentes del ministerio del Interior lamentan que antes de marchar Ortiz no presentara una denuncia que habría permitido a la policía investigar el origen de las amenazas.

Front Line Defenders acompañó a Ortiz en su proceso de salida de España. A principios de julio, y en apenas 24 horas, la embajada de Perú en Madrid la puso rumbo a Lima en un avión que había fletado para repatriar a las personas bloqueadas en España por la pandemia.

“No es aceptable que las defensoras de los derechos humanos que hacen denuncia pública sean objeto de oleadas de insultos machistas y racistas, amenazas que muchas veces son directas y de índole sexual”, declara María San Martín, coordinadora de Visibilidad de Front Line Defenders. “Estamos, sin embargo, ante una práctica habitual en el Estado español así como en otros países de la UE –añade-. La violencia en las redes, el hostigamiento y la intimidación se ejercen rutinariamente para silenciar a las mujeres y expulsarlas del espacio público”.

Ortiz ocupa un espacio destacado en el arte contemporáneo español. Para Marcelo Expósito, “es una de las artistas más importantes, en términos absolutos, no porque sea mujer o mestiza”. Opina, asimismo, que si ha tenido que salir de España es, en parte, por la falta de “una política de Estado para atajar la violencia racista”. Su ausencia “crea un clima de semiimpunidad, pero no solo en la extrema derecha porque el racismo en España es estructural. Daniela demuestra que España tiene un problema con su memoria colonial, colonialismo que está basado en políticas genocidas. Las personas más conscientes de ello, como es el caso de Daniela, señalan esta raíz estructural de la colonialidad”.

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Uno de los platos que componen la obra Este es el oro que comes "(2019)

Pep Herrero

Manuel Borja-Villel vincula el trabajo de Daniela Ortiz, su crítica institucional del sistema, con el movimiento que afloró a raíz de Mayo del 68 de la mano de artistas como Hans Haacke y Marcel Brodthaers. “Ellos pusieron de relieve que el sistema no es neutral, que oculta y determina. Creían que había una verdad que era necesario alcanzar. Pero ellos no podían escapar a su condición de hombres blancos y occidentales. Daniela percibe una estructura colonial que ellos no podían ver. Ella hereda la crítica institucional pero desde fuera del marco occidental, patriarcal y colonial, y es así como, desde una perspectiva feminista y descolonizadora, critica la violencia del lenguaje”.

La retrospectiva que le dedicó La Virreina el pasado otoño se titulaba Esta tierra jamás será fértil por haber parido colonos . La comisarió Valentí Roma, que destaca la capacidad de Daniela Ortiz para “reunir en una propuesta artística muy potente la disidencia política y la investigación arqueológica sobre los mecanismos racistas y opresores de los estados nación”. Por todo ello, también reconoce que es “es una artista fundamental”.

Ortiz mantiene desde Perú la denuncia del discurso hegemónico que es la base de su trabajo artístico. “Me duele mucho haber tenido que dejar Barcelona –dice-. Lo he hecho muy a mi pesar y espero que pronto se den las circunstancias para que pueda volver. De momento, aquí en Perú me siento más protegida para poder continuar con mi actividad política y de denuncia del racismo institucional”.

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