Roma desautoriza al cardenal Zen y defiende su política en China

  • El purpurado acusa al Vaticano de “vender” a la Iglesia clandestina en su acercamiento al régimen comunista, pidiendo a varios de sus obispos que “renuncien”
  • El arzobispo emérito de Hong Kong pudo transmitir su “pesimismo” a Francisco en una audiencia privada en la que asegura que este le apoyó
  • Parolin y Burke han salido al paso para aclarar que Bergoglio está al tanto de las negociaciones y que estas no se guían por la “lógica mundana”

Tras sus muchas y nada veladas críticas en los últimos años, el cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, fue más allá cuando, el pasado 29 de enero, colgó en su página web un mensaje en el que, directamente, acusaba a la Santa Sede de “vender” a los católicos chinos a los intereses del régimen comunista de Pekín.

El purpurado ha considerado necesario comentar una información de AsiaNews según la cual autoridades vaticanas, en un reciente viaje a su país (supuestamente encabezados por el arzobispo Claudio Maria Celli) se habrían dirigido a obispos de la llamada Iglesia clandestina para pedirles que “renuncien y dejen su lugar a ‘obispos’ ilegítimos [nombrados por el Gobierno para la Iglesia patriótica], incluso explícitamente excomulgados”.

Concretamente, Zen cita un caso particular en el que él medió: “En octubre, cuando el obispo Zhuang recibió la primera comunicación de la Santa Sede y me pidió ayuda, yo envié a alguien para que llevase su carta al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, con una copia adjunta para el Santo Padre”. Es más, relata que, por aquellos días, estando en Roma el arzobispo Savio Hon Tai Fai, este se entrevistó con Francisco y le contó más casos de prelados chinos en esta situación.

Teniendo en cuanta que entonces, según Zen, “el Santo Padre se sorprendió y prometió investigar el asunto”, y ante la vista de que la situación no cambiaba, el cardenal tomó la decisión de viajar personalmente a Roma para verse con el Papa. Tras aterrizar el 10 de enero, llegó justo a tiempo de participar en la audiencia general y de saludar brevemente al Pontífice, entregándole en mano la carta de Zhuang y otra suya. Dos días después, Bergoglio le recibió en audiencia privada durante media hora. En esa cita, asegura, le mostró su cercanía y apoyo.

“Cisma” en la Iglesia clandestina

Con todo, el purpurado se reconoce “pesimista” y, fruto del trato a los obispos por parte del régimen (objetos de “humillaciones y esclavitud”), denuncia que está habiendo un “cisma” en la Iglesia clandestina, reinando la desorientación entre los fieles. Algo en lo que redunda “la bendición del Vaticano a la nueva Iglesia cismática” en su intento por promover la “unificación”. Todo ello le lleva a la conclusión de que Roma está “vendiendo” a la Iglesia clandestina, entre otras cosas, al no levantarse frente a reformas del Gobierno de Xi Jinping como que, “a partir del 1 de febrero, ya no se tolerará la asistencia a la misa en la clandestinidad”.

De la “pena” de Burke a la llamada a la confianza de Parolin

Horas después de publicarse este mensaje, el portavoz vaticano, Greg Burke, lamentó que esta interpretación del cardenal haya generado “confusión y polémica”. Con gran “pena”, el periodista ha defendido que “el Papa está en constante contacto con sus colaboradores, en particular de la Secretaría de Estado, sobre las cuestiones chinas, y está informado de manera fiel y detallada por ellos sobre la situación de la Iglesia Católica en China y sobre los pasos continuos del diálogo entre la Santa Sede y la República Popular de China, a los que acompaña con especial cuidado”.

En declaraciones a La Stampa este miércoles 31, el Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, ha defendido la acción de la diplomacia de la Santa Sede: “Confiamos en que los fieles chinos, gracias a su espíritu de fe, reconocerán que nuestra acción está animada por la confianza en el Señor y no responde a la lógica mundana”.

Respuesta al auge del cristianismo protestante

El vaticanista y colaborador de Vida Nueva, John Allen Jr, ha analizado esta polémica en el diario Crux. Centrando su mirada en la diplomacia vaticana, observa que esta está en una fase en la que “entiende que, si no estás hablando directamente con Pekín, básicamente, estás fuera del circuito”. Y no solo en cuanto a que el país sea ya un gigante mundial en lo político, sino que, en lo religioso, se percibe que el catolicismo está estancado, mientras “el cristianismo protestante, especialmente el protestantismo evangélico y pentecostal, se ha disparado”, pasando de un millón de fieles en 1949 a los entre 60 y 100 millones con los que contaría hoy.

Este elemento sería clave en el proceso que está llevando al Vaticano a “la estrategia a largo plazo de eliminar paulatinamente la Iglesia clandestina, al tiempo que impulsa simultáneamente una mayor libertad para la Iglesia reconocida por el Estado”.

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